El pasado 14 de marzo de 2020, en nuestro país se decretó el Estado de alarma como mecanismo para poner freno a la pandemia y velar por la salud de los españoles. En el ámbito empresarial, los préstamos ICO y las líneas avaladas por el estado fueron las principales herramientas ideadas por el gobierno para proteger a nuestras compañías.
En poco más de un mes, ese salvavidas lanzado a nuestras empresas empezará a tener que amortizarse y ahí veremos el verdadero impacto de la medida. Mi impresión personal es que van a ser muchas las que, o se articulan nuevas medidas, o los cierres y concursos de acreedores aumentarán de forma exponencial.
A toro pasado, comprobamos cómo el ICO fue utilizado por nuestras empresas como un mecanismo para tapar deuda generada durante estos dos años e incluso, deuda generada en años anteriores y creo que la economía no va a tirar lo suficiente para generar recursos y afrontar el pago de la amortización de préstamos.
Por lo tanto, es necesario que se articulen nuevas medidas como quitas o refinanciaciones a largo plazo, y el código de buenas prácticas bancarias al que se adhirieron el 98% de las entidades, está llamado a convertirse en el canal y el mecanismo para salvar a muchas de nuestras empresas.
La hora de la verdad ha llegado y de momento, con lo que tenemos, el futuro que se avecina no es muy prometedor.
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